Nunca es tarde para aprender

Hace un mes recibí en consulta a una maestra que se había jubilado hace seis meses. Ella me refirió que desde entonces cada mes había subido aproximadamente un kilo, se sentía desganada y en general, muy triste. Nunca había sido deportista, por lo que no veía el punto de comenzar a ejercitarse ahora a sus 55 años.

Al realizar su análisis iridológico, lo más relevante fue su intestino sucio. Le comenté que pudiera ser que su evacuación no fuera diaria o que fuera por consumo de alimentos tipo lácteos o avena. Mencionaba que evacuaba diario, aunque sólo una vez al día, y que tenía más de un mes desayunando avena con yogurt griego y frutas, porque “era saludable”.

Al explicarle la importancia de mantener una flora intestinal saludable para sentirnos en bienestar la convencí de cambiar su alimentación radicalmente. Para ver cambios, hay que hacer cambios.

Entonces se fue muy contenta con su nuevo plan de alimentación, su recetario, y su tratamiento natural, que incluía el bicarbonato de sodio puro y probióticos en medio líquido en ayunas, entre otros como los tés y el vinagre de manzana orgánico, para las próximas cuatro semanas.

Cada semana venía al control del peso y se notaba su dedicación y compromiso con su plan, no sólo porque cada semana fuimos viendo resultados en su peso, sino que también su estado de ánimo fue mejorando.

Al pasar las cuatro semanas de tratamiento, había bajado un total de 6 kilos, 1.5 kilos por semana aproximadamente. Aunque había llegado a su meta de bajar lo que había subido al jubilarse, decidió ir por más de lo bien que se estaba sintiendo. Vamos a ver en las próximas semanas si logra llegar a su meta, pero por lo pronto, creo que es una historia que vale la pena compartir. En su caso, la mala alimentación le estaban causando trastornos gastrointestinales que no sólo se reflejaban en su aumento de peso, sino también en su estado de ánimo.

Y tú, ¿qué cambios vas a realizar para tener resultados?